1.1-Si quieres recoger miel, no des puntapiés a la colmena
Crowley:
"Tengo bajo la ropa un corazón fatigado, un corazón bueno: un corazón que
a nadie haría daño".
Crowley
fue condenado a la silla eléctrica. Dijo: "Esto es lo que me pasa por
defenderme".
Crowley no
se echaba la culpa de nada.
"He
pasado los mejores años de la vida dando a los demás placeres ligeros,
ayudándoles a pasar buenos ratos, y todo lo que recibo son insultos, la
existencia de un hombre perseguido."
Capone . no se culpa de nada.
Se
considera, en cambio, un benefactor público: un benefactor público
incomprendido a quien nadie apreció.
los
hombres y mujeres desesperados tras las rejas de una prisión no se culpan por nada,
¿qué diremos de las personas con quienes usted, lector, o yo, entramos en
contacto?
John
Wanamaker, fundador de las tiendas que llevan su nombre, confesó una vez:
"hace treinta años. he aprendido que es una tontería regañar a los demás.
Bastante tengo con vencer mis propias limitaciones sin irritarme por el hecho
de que Dios no ha creído conveniente distribuir por igual el don de la
inteligencia".
La crítica es inútil porque pone a la otra persona en la defensiva, y
por lo común hace que trate de justificarse. La crítica es peligrosa porque
lastima el orgullo, tan precioso de la persona, hiere su sentido de la
importancia y despierta su resentimiento.
El
mundialmente famoso psicólogo B. F. Skinner comprobó, mediante experimentación
con animales, que premiando
la buena conducta los animales aprenden más rápido y retienen con más eficacia
que castigando la mala conducta. Estudios posteriores probaron lo mismo
aplicado a los seres humanos. Por medio de la crítica nunca provocamos cambios duraderos,
y con frecuencia creamos resentimiento
Hans
Selye, otro gran psicólogo, dijo: "Tanto como anhelamos la aprobación,
tememos la condena".
El
resentimiento que engendra la crítica puede desmoralizar y aun así no corrige
la situación que se ha criticado.
Decidió
probar un método diferente, y cuando volvió a encontrar un obrero sin el casco,
le preguntó si el casco le resultaba incómodo o no le iba bien. Después le
recordó, en tono amistoso, que su misión era protegerlo de heridas, y le
sugirió que lo usara siempre que estuviera en la obra. El resultado de esta
actitud fue una mayor obediencia a las reglas, sin resentimientos ni tensiones
emocionales.
En mil
páginas de la historia se encuentran ejemplos de la inutilidad de la Crítica todas
las críticas no lograron persuadir de
que se había equivocado.
Comprendamos que la persona a quien queremos corregir y censurar
tratará de justificarse probablemente, de censurarnos a su vez;
No ve cómo
podía haber procedido de otro modo"
Lincoln
atacaba abiertamente a sus rivales
Resultó
para él una lección de valor incalculable en el arte de tratar con los demás.
Nunca volvió a escribir una carta insultante. Nunca volvió a burlarse del
prójimo. Y desde entonces, casi nunca criticó a los demás.
"No juzgues
si no quieres ser juzgado".
"No los censuréis; son tal como seríamos nosotros en
circunstancias similares".
por amarga
experiencia había aprendido que las críticas y reproches acerbos son casi
siempre inútiles.
¿Qué haría
Lincoln si se viera en mi lugar?
¿Cómo
resolvería este problema?"
Mark Twain
se sentía mejor después de escribir estas cartas hirientes. Le permitían
descargar presión; y las cartas no hacían daño a nadie porque la esposa del
escritor las desviaba secretamente. Nunca eran despachadas.
Pero, ¿por qué no empezar por usted mismo? Desde un punto de vista puramente
egoísta, eso es mucho más provechoso que tratar de mejorar a los demás. Sí, y
mucho menos peligroso.
Es cierto
que yo había cometido un error y quizá mereciera el reproche. Pero, por ser
humano, me hirió. Me hirió tanto que diez años más tarde, cuando leí la noticia
de la muerte de Richard Harding Davis, la única idea que persistía en mi ánimo
-me avergüenza admitirlo- era el reproche que me había hecho.
Si usted o yo queremos despertar mañana un resentimiento
que puede perdurar décadas y seguir ardiendo hasta la muerte, no tenemos más
que hacer alguna crítica punzante. Con eso basta, por seguros que estemos de
que la crítica sea justificada
Cuando
tratamos con la gente debemos recordar que no tratamos con criaturas lógicas.
Tratamos con criaturas emotivas, criaturas erizadas de prejuicios e impulsadas
por el orgullo y la vanidad.
Las
críticas llevaron al suicidio
Benjamin
Franklin, carente de tacto en su juventud, llegó a ser tan diplomático, tan diestro
para tratar con la gente, que se lo nombró embajador norteamericano en Francia.
¿El secreto de su éxito? "No hablaré mal de hombre alguno -dijo- y de
todos diré todo lo bueno que sepa."
Cualquier tonto puede criticar, censurar y quejarse, y casi todos los
tontos lo hacen. Pero se necesita carácter y dominio de sí mismo para ser
comprensivo y capaz de perdonar.
"Un gran hombre -aseguró Carlyle-
demuestra su grandeza por la forma en que trata a los pequeños, marguinados
(biblia)
Hoover no
le reprochó nada; ni siquiera lo criticó. En lugar de eso, puso su brazo sobre
los hombros del muchacho y le dijo:
-Para
demostrarle que estoy seguro de que nunca volverá a hacerlo, quiero que mañana
se ocupe de mi
espera que
yo le diga: "no lo haga". Pero no lo haré. Sólo voy a decirle que antes
de criticarlos lea uno de los clásicos del periodismo norteamericano:
"Papá olvida"
entró
en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre
de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un
niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía
según la vara de mis años maduros.
Y hay
tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es
grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu
espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa
esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en
la
oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza. Es una pobre explicación;
sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto.
Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando
sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar
palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: "No
es más que un niño, un niño pequeñito".
Temo
haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu
camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre,
con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado.
En lugar de censurar a la gente, tratemos de comprenderla.
Tratemos de imaginarnos por qué hacen lo que hacen. Eso es mucho más provechoso y más interesante que la crítica; y de
ello surge la simpatía, la tolerancia y la bondad. "Saberlo todo es
perdonarlo todo."
Ya dijo el
Dr. Johnson: "El mismo Dios, señor, no se propone juzgar al hombre
hasta el fin de sus días". Entonces. ¿por qué hemos de juzgarlo usted o
yo?